Un objetivo cada vez más perseguido en el mundo empresarial es poder automatizar aquellas tareas rutinarias y repetitivas, que nos aportan poco valor y que nos distraen de los objetivos reales. Como bien sabemos, la tecnología RPA (Robotic Process Automation) nos permite alcanzar esos objetivos y digitalizar procesos a partir de una definición clara y concreta.
Pongámonos en situación, puede que el objetivo del proceso sea rellenar los datos en una aplicación de escritorio o una página web. Existen usuarios que realizan estas tareas desde hace mucho tiempo como autómatas, tienen asumido todo el proceso junto con sus excepciones en sus mentes pero cuando llega la hora de plasmarlo en papel vienen los inconvenientes ¿se tiene claro desde el inicio todas las reglas de negocio que definan cómo rellenar ciertos campos? ¿Existen un proceso claro “inversos” para deshacer los cambios realizados por un robot y volver al estado inicial? ¿Qué debemos hacer en caso de fallo o excepción en el proceso? ¿Dependen ciertos datos unos de otros? Quizás estas preguntas puedan parecer tediosas o innecesarias pero son más importantes de lo que parecen a primera vista.
A la hora de robotizar un proceso, cuantas más incógnitas despejemos en el inicio mayor será la agilidad a la hora de implementar la automatización, pues se podrá desarrollar una estructura concreta y un código limpio que ayudará al mantenimiento posterior. Lamentablemente es muy complicado identificar todos los casos que queremos aislar puesto que en la mayoría de los casos la definición real del proceso se va descubriendo según avanza su automatización.
Por esto, hay varios temas de gran importancia a la hora de definir un proceso, y entre ellos considero que la configuración del proceso se puede identificar como uno de los más importantes. Podemos llamar configuración simplemente a la necesidad de añadir una entrada adicional al proceso formada por un conjunto de variables cuyos valores permiten modificar el comportamiento del proceso.
Durante el desarrollo, el concepto inicial que tenemos de proceso va evolucionando, pasando de ser una idea a veces semi-abstracta hasta un proceso concreto bien definido. Una vez terminado, aunque nos dé la impresión de estar completamente definido y cerrado, nos damos cuenta que el proceso está vivo y necesita ser adaptado a los cambios que suceden en el contexto, al igual que se adapta una persona. Por esta razón, el proceso debe ser automatizado teniendo en cuenta esta realidad cambiante y por eso se hace necesario dotarlo de configuración que permita modificar el comportamiento sin volver a programar el robot, que intente contemplar todas las opciones posibles para así poder ejecutar el robot y poder moldearlo a nuestro gusto.
Al igual que una persona realiza una toma de decisiones para efectuar su trabajo, el robot necesitará todas las variables configuradas para tomar decisiones y que, en caso de excepciones, un usuario pueda completar manualmente la ejecución de forma manual. No podremos considerar una buena automatización del proceso aquella que simplemente se limite a alcanzar los objetivos básicos del proceso, sino aquel proporcione una configuración robusta y potente que permita adaptar las diferentes ejecuciones del robot a diferentes escenarios.
Tenemos que tener claro que el robot es un código y que, una vez que se ejecute en entornos productivos, no se podrán forzar ciertos funcionamientos. El robot será una caja negra, tendrá unas fuentes de datos como entrada, una configuración y una salida y/o resultado del proceso. Por ello esta configuración externa es tan importante, y aunque no lo parezca, prestarle dedicación suficiente durante la fase de desarrollo puede llegar a ahorrar mucho tiempo de soporte y mantenimiento.
Aún queda mucho camino por recorrer, pero avanzamos a pasos de gigante. Cada día, el sector tecnológico crece y no queda duda de que la automatización de procesos mediante RPA permitirá el paso a un nuevo tipo de empresa en la que las personas convivirán con robots que les ayudarán en la ejecución de sus tareas más “odiadas”, obtendrán mayores beneficios y los profesionales tendrán un mayor valor. Preparar nuestros trabajos para que se adapten mejor a los cambios es una responsabilidad que hay que asumir durante el desarrollo.
En mi opinión estamos viviendo y liderando estos avances. Es fundamental que estemos preparados para abordar los nuevos retos y estar al día. Aunque fijemos la vista hacia delante no podemos construir ciudades de papel; nuestros proyectos deben ser duraderos, escalables y sin duda, autogestionables. Una buena configuración, en el caso del RPA, es lo que permitirá que nuestros proyectos tengan estas características y desde PFS Tech hemos decidido no quedarnos atrás.
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